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El Concejo ya estuvo habitado en épocas prehistóricas dado fe de ello los restos tumulares del monte Comillera y del Cerro del Caón. Ya en época romana, las legiones de Augusto entraron por la ruta de Tarna a la conquista de la región, construyendo en el Concejo, por orden de Carisio, lugarteniente de Augusto, la fortaleza de los Aceales y dando lugar al origen del nombre del Municipio, pues según los estudiosos Sobrescobio deriva de Super Scolupum y significa sobre el escobio o desfiladero, y que hace referencia a la angostura que separa este territorio del esto del valle del río Nalón, en su viaje hacia el mar Cantábrico.
Seguidamente fueron los visigodos bajo el mando de Sisebuto los que a través de la calzada romana que atravesaba el Concejo, se internaron en estas tierras.
Tras la caída de los visigodos y llegada de los sarracenos, antes de su definitiva expulsión de la región, estos se instalaron en el territorio en lo que se conocía como Villa de Moros, a orillas del río Alba, localidad que llego hasta nuestros días con el nombre de Villamorey.
En la Alta Edad Media el Castillo de los Aceales o Villamorey, es reconstruido por Alfonso I, utilizado en las guerras contra los Cántabros. Con posterioridad el Concejo aparece en donaciones y otros documentos que la dama Ildoncia hace al Monasterio de Sahagún en el año 980. Finalmente la heredad y castillo llamado Sobrescobio es cedido en encomienda a la Orden de Santiago por Fernando II en 1185. El 6 de Abril de 1336, expidió Alfonso XI en Valladolid una Cédula Real a favor de su hijo, el Infante D. Enrique, dándole por vida la propiedad del castillo de Sobrescobio con todos sus términos y en la que consta que devolvería a su muerte dicho castillo y pertenencias a la Orden. En 1504, todavía bajo dependencia de la Orden, el territorio adquiere la condición de Municipio.
Finalmente por Provisión Real dada el 29 de Noviembre de 1565 la Orden pone en venta en publica subasta el coto de Sobrescobio. Al llegar esta noticia al Concejo, sus habitantes dispuestos a romper las seculares cadenas y conquistar al precio que sea su preciada libertad, se congregan a toque de campana y reunidos en Asamblea ante el modesto Ayuntamiento de La Polina, hacen recuento de sus ahorros, concediendo omnimodos poderes a los vecinos D. Pedro Díaz del Prado y Diego Fernández de Ladines, para que concurran a la puja.
La subasta se verifica en la ciudad de León el 25 de Marzo de 1566. Una candela de sebo encendida hasta el último pabillo de ella caído y apagado, era la señal para adjudicar la venta al mejor postor.
El aspecto de la sala es impresionante. Junto a los personajes con negros severos ropones de las tonsuras y los ricos terciopelos y engolados a lo Felipe, se sientan los representantes de Sobrescobio, dos titanes de la diplomacia, serenos, majestuosos, con su indumentaria de sayal, calzón corto y en la mano la montera picona. Un temible contrincante, el poderoso Pedro Solís, caballero de la misma Orden, vecino y regidor a la sazón de la ciudad de Oviedo, inicia con 600.000 maravedís la primera postura. Siguen lentamente otras pujas de personas presentes en el acto que hacen subir poco a poco el valor de la tierra coyana. De pronto el opulento Solís viendo desvanecerse la lumbre, da un salto a las ofertas y llega a los ¡ 800.000 maravedís!
Díaz que sabía de lo exiguo de los recursos, enmudece espantado, mientras la candela llega a su fin. Con toda solemnidad se levanta el apoderado Juan Gutiérrez clérigo del Hospital que preside la puja, y mirando de pasada la extinguida vela, cuyo sebo se desparramaba sobre la mesa que separaba al público del Tribunal, da por buena la postura de Solís y adjudica a este la propiedad del Coto de Sobrescobio. Pero en aquel crítico momento que se jugaba todo el porvenir de los coyanes, resurge salvador un fugaz resplandor de la candela, el hálito que les dio la vida, y Diego Fernández que estaba habituado a meter con astucia los lobos en la profunda trampa del Caón no se amilana y exclama emocionado ¡ 810.000 maravedís!.
La oferta produce enorme sensación en la sala, y aunque la luz fue bien visible el Administrador, que a lo que se ve estaba compinchado con Solís, no lo admite. Se promueve un gran escándalo, protestan indignados los representantes de Sobrescobio, a los que se suman muchos de los allí reunidos e inmediatamente, levantan acta y elevan el caso ante el Tribunal del Consejo Superior de las Ordenes, dando comienzo con ello lo que se dio en llamar "El Ruidoso Pleito de Sobrescobio" cuyo volumiso legajo, se conserva en admirable estado en el Archivo Histórico Nacional.
Ganó el pleito Sobrescobio, pero Solís no se conformó y usando de sus malas tretas apeló al Rey, que a la sazón lo era Felipe II y como le llamaban " El Prudente", al momento vio que la razón estaba de parte de Sobrescobio, por cuyo motivo firmó con gusto en Madrid el 31 de Mayo de 1.567 la Real Ejecutoria, ordenando taxativamente en ella, se repartiesen a prorrateo entre todos los vecinos.
¡Albricias! Por fin a principios del año 1.568 se reúne de nuevo el vecindario en La Polina y con la emoción consiguiente, ante el escribano del Concejo, D. Pedro Zapico, le dan poder a Juan de Onís el viejo (tenía un hijo que le llamaban el joven), alcalde mayor de Rioseco y Juan de Roces, de Soto, para que se trasladen a Santa María de las Tiendas, en Palencia, en donde mediante la entrega de los 810.000 maravedís contantes y sonantes, se les otorgó definitivamente carta de venta a favor de los vecinos del Concejo de Sobrescobio. Una vez en posesión de sus destinos, los vecinos se distribuyeron equitativamente en parcelas las vegas y grandes heredades destinadas a prado, aunque luego pastaban sus ganados en comunidad a tanto por cabeza de ganado y media cabeza los terneros. En el interior de los pueblos cada vecino se construyó un huerto, y en los montes y majadas formó su casería, dejando el terreno sobrante para bienes comunales y así continua a través del tiempo, llegando a nuestros días con pequeñas variantes.
Durante la Guerra de la Independencia, en la que este Municipio y sus vecinos participaron, es de destacar la entrada de las tropas del general Gómez por el puerto de Tarna. Durante las Guerras Carlistas Sobrescobio siempre fue liberal y tuvo asiento en la Junta General del Principado.